Politica economica PSOE, PP . ¿Hay motivos para la esperanza? ¿Crisis?, ¿que crisis? Opinion de la Ciudadania vs la de empresas y casta política. La crisis económica española, fuera de la cruda realidad que representa para los ciudadanos, tiene su punto de encanto. Resulta un tiempo histórico fascinante para descubrir con evidencias los verdaderos papeles de los actores económicos, políticos y sociales o los de las funciones de las instituciones públicas en una democracia que se dice consolidada. La crisis es una catársis reveladora. Que revela.., y, sí, también rebela. Esta crisis económica, ahora mismo, sólo se recupera sobre el papel entre duelos semánticos, verdades inconsistentes y realidades para las que no hay una constatación empírica.
Yendo al tema ¿está la economía española saliendo de la crisis? No, nada de eso, los indicadores que realmente cuenta, dicen los expertos, nos dicen que no. Y la calle que dice la calle, la calle si que parece tenerlo claro con un 81% preocupados por las cifras de paro Y es que el paro sigue registrando tasas desproporcionadamente altas, las tasas de endeudamiento siguen creciendo, mientras el gasto de los ciudadanos de a pie sigue fosilizado. Algo, esto último, que tampoco es motivo de aliento para estimular el ahorro familiar. Ahorrar está desde hace tiempo muy lejos de las motivaciones del ciudadano medio (eche un vistazo a las estadísticas del cuadro para comprobar cómo ha evolucionado la percepción de la crisis en la ciudadanía). ¿Entonces por qué se insiste una y otra vez en que ya estamos saliendo de la crisis económica? Ya sabe, la lista que circula, empiezan a bajar las cifras del paro en las estadísticas de Empleo, hay un repunte en la altas a la Seguridad Social, el comercio exterior va de fábula y será el tirón de las empresas en casa… Hablar de que la crisis económica se está venciendo sobre la base de esos argumentos económicos es montar un discurso tranquilizador para la ciudadanía que dentro de poco está llamada a las urnas. Pero es igualmente un ejercicio para alentar a ocasionales inversores extranjeros que lean titulares gruesos de prensa o para agradar el oído a los calificadores de la deuda, si es que a estas alturas es posible creer que se les puede hacer creer en los argumentos económicos politizados. Vamos por partes. Que los parados no sigan sumando peticiones de empleo en las oficinas del paro tiene que ver más con la desconfianza hacia el mal historial de la agencia estatal como procuradora de trabajo. Además, el paro es incompatible con el desarrollo de trabajos en la economía sumergida que supera de largo el 25% de PIB. El adelgazamiento de las listas del INEM no es un avance hacia la recuperación del empleo. Y algo más, la calidad de las contrataciones, o habría que decir la de las malas contrataciones, viene a comportarse como una pescadilla que se muerde la cola. No permite crear empleo duradero, formar al que empieza, generar confianza en su futuro o esperanza para alentar el ahorro en el trabajador y hasta el más mínimo consumo extra. Y vuelta a empezar, la economía no se beneficia, no se relanza. En lo que se refiere al trabajo en este país, el empleo está lapidado entre el low cost profesional y el conservadurismo atávico de un sistema legal que no da facilidades a la innovación y la creación sobre bases alternativas. Sobrevivimos tirando los precios, los sueldos y, con ello, parando involuntariamente el desarrollo económico ¿Competir por calidad? Ahora mismo, un sueño. Somos un ejemplo de un modelo autóctono de producción a la chino perfilado sobre una piel de toro que ha encogido para todos. Lo mismo se puede decir de las altas de la Seguridad Social, que se deben fundamentalmente a autónomos que no son más que trabajadores por cuenta ajena reconvertidos a empresarios por la fuerza para sobrevivir. Si echásemos un vistazo a los detalles de ese tipo de empleo veríamos lo larga que es la sombra del autoempleo oculto en las empresas familiares que siguen ese sistema.
Por último, es una falacia descomunal creer, y peor, hacer creer, que las multinacionales españolas a las que les va bien en los países emergentes de América Latina y Asia harán algo por reinvertir en España parte del rendimiento internacional de sus capitales. No hay ley, legislación, reglamento o tratado que las obligue a ello, ni siquiera vale considerar el amor a la patria como valor que haga por la reinversión en casa. Por cierto, los emergentes están dejando de acelerar el paso. Ya caminan.
Los consejos de administración no pueden dejar que años sin dar dividendos a sus accionistas se mantengan por un orgullo patrio. En otros hemisferios puede que se lo planteen, pero en España no, mientras, además, haya paraísos fiscales.¿Crisis?, ¿que crisis? Opinion de la Ciudadania vs la de empresas y casta política. La crisis económica española, fuera de la cruda realidad que representa para los ciudadanos, tiene su punto de encanto. Resulta un tiempo histórico fascinante para descubrir con evidencias los verdaderos papeles de los actores económicos, políticos y sociales o los de las funciones de las instituciones públicas en una democracia que se dice consolidada. La crisis es una catársis reveladora. Que revela.., y, sí, también rebela. Esta crisis económica, ahora mismo, sólo se recupera sobre el papel entre duelos semánticos, verdades inconsistentes y realidades para las que no hay una constatación empírica. Yendo al tema ¿está la economía española saliendo de la crisis? No, nada de eso, los indicadores que realmente cuenta, dicen los expertos, nos dicen que no. Y la calle que dice la calle, la calle si que parece tenerlo claro con un 81% preocupados por las cifras de paro Y es que el paro sigue registrando tasas desproporcionadamente altas, las tasas de endeudamiento siguen creciendo, mientras el gasto de los ciudadanos de a pie sigue fosilizado. Algo, esto último, que tampoco es motivo de aliento para estimular el ahorro familiar. Ahorrar está desde hace tiempo muy lejos de las motivaciones del ciudadano medio (eche un vistazo a las estadísticas del cuadro para comprobar cómo ha evolucionado la percepción de la crisis en la ciudadanía). e¿Entonces por qué se insiste una y otra vez en que ya estamos saliendo de la crisis económica? Ya sabe, la lista que circula, empiezan a bajar las cifras del paro en las estadísticas de Empleo, hay un repunte en la altas a la Seguridad Social, el comercio exterior va de fábula y será el tirón de las empresas en casa… Hablar de que la crisis económica se está venciendo sobre la base de esos argumentos económicos es montar un discurso tranquilizador para la ciudadanía que dentro de poco está llamada a las urnas. Pero es igualmente un ejercicio para alentar a ocasionales inversores extranjeros que lean titulares gruesos de prensa o para agradar el oído a los calificadores de la deuda, si es que a estas alturas es posible creer que se les puede hacer creer en los argumentos económicos politizados. Vamos por partes. Que los parados no sigan sumando peticiones de empleo en las oficinas del paro tiene que ver más con la desconfianza hacia el mal historial de la agencia estatal como procuradora de trabajo. Además, el paro es incompatible con el desarrollo de trabajos en la economía sumergida que supera de largo el 25% de PIB. El adelgazamiento de las listas del INEM no es un avance hacia la recuperación del empleo. Y algo más, la calidad de las contrataciones, o habría que decir la de las malas contrataciones, viene a comportarse como una pescadilla que se muerde la cola. No permite crear empleo duradero, formar al que empieza, generar confianza en su futuro o esperanza para alentar el ahorro en el trabajador y hasta el más mínimo consumo extra. Y vuelta a empezar, la economía no se beneficia, no se relanza. En lo que se refiere al trabajo en este país, el empleo está lapidado entre el low cost profesional y el conservadurismo atávico de un sistema legal que no da facilidades a la innovación y la creación sobre bases alternativas. Sobrevivimos tirando los precios, los sueldos y, con ello, parando involuntariamente el desarrollo económico ¿Competir por calidad? Ahora mismo, un sueño. Somos un ejemplo de un modelo autóctono de producción a la chino perfilado sobre una piel de toro que ha encogido para todos. Lo mismo se puede decir de las altas de la Seguridad Social, que se deben fundamentalmente a autónomos que no son más que trabajadores por cuenta ajena reconvertidos a empresarios por la fuerza para sobrevivir. Si echásemos un vistazo a los detalles de ese tipo de empleo veríamos lo larga que es la sombra del autoempleo oculto en las empresas familiares que siguen ese sistema. Por último, es una falacia descomunal creer, y peor, hacer creer, que las multinacionales españolas a las que les va bien en los países emergentes de América Latina y Asia harán algo por reinvertir en España parte del rendimiento internacional de sus capitales. No hay ley, legislación, reglamento o tratado que las obligue a ello, ni siquiera vale considerar el amor a la patria como valor que haga por la reinversión en casa. Por cierto, los emergentes están dejando de acelerar el paso. Ya caminan. Los consejos de administración no pueden dejar que años sin dar dividendos a sus accionistas se mantengan por un orgullo patrio. En otros hemisferios puede que se lo planteen, pero en España no, mientras, además, haya paraísos fiscales. Inflar de argumentos poco consistentes la idea de una recuperacion económica es un trend topic de género de la clase política dirigente española. Sólo hay que recordar aquella escena de jardinería compuesta con brotes verdes tiernos del país. Sin embargo, por encima de todos argumentos hay un planteamiento básico que el ciudadano común no es capaz de separar. Se trata de dos términos semánticos que lo explican todo. Recesión y crisis. Parecen lo mismo, y son parte de lo mismo, pero a estas alturas de la película económica española ya no son lo mismo. Porque hemos empezado a dejar la recesión atrás, o la hemos traspuesto si se prefiere así; porque no perdemos empleo catastróficamente como en 2009 ó 2010 o porque los puntos básicos de la deuda están bajo mínimos, pero aún tardaremos muchos en salir del pedazo de bucle de crisis en el que estamos. La salida pasa por cambiar el modelo económico y, con él, las mentalidades que soportan las decisiones políticas cortoplacistas. Se trata de enterrar sin duelo las políticas de beneficencia, el espíritu subvencionador, mejorar la productividad en la realidad sobre la base de un consenso político ¿difícil? Sí, pero ese es el camino, cambiar de hábitos. Y ya, no pasado, ni mañana, ahora mismo. Alguien dijo alguna vez que lo importante no es tocar fondo, sino cuanto tiempo íbamos a estar arrastrándonos por el fondo. Y en esas estamos, con la panza en el fondo, recorriendo un largo camino de peregrinos hacia un futuro que aún no sabemos donde estará y cuando nos dará luz de progreso otra vez.Inflar de argumentos poco consistentes la idea de una recuperacion económica es un trend topic de género de la clase política dirigente española. Sólo hay que recordar aquella escena de jardinería compuesta con brotes verdes tiernos del país. Sin embargo, por encima de todos argumentos hay un planteamiento básico que el ciudadano común no es capaz de separar. Se trata de dos términos semánticos que lo explican todo. Recesión y crisis. Parecen lo mismo, y son parte de lo mismo, pero a estas alturas de la película económica española ya no son lo mismo. Porque hemos empezado a dejar la recesión atrás, o la hemos traspuesto si se prefiere así; porque no perdemos empleo catastróficamente como en 2009 ó 2010 o porque los puntos básicos de la deuda están bajo mínimos, pero aún tardaremos muchos en salir del pedazo de bucle de crisis en el que estamos. La salida pasa por cambiar el modelo económico y, con él, las mentalidades que soportan las decisiones políticas cortoplacistas. Se trata de enterrar sin duelo las políticas de beneficencia, el espíritu subvencionador, mejorar la productividad en la realidad sobre la base de un consenso político ¿difícil? Sí, pero ese es el camino, cambiar de hábitos. Y ya, no pasado, ni mañana, ahora mismo. Alguien dijo alguna vez que lo importante no es tocar fondo, sino cuanto tiempo íbamos a estar arrastrándonos por el fondo. Y en esas estamos, con la panza en el fondo, recorriendo un largo camino de peregrinos hacia un futuro que aún no sabemos donde estará y cuando nos dará luz de progreso otra vez.